Activación conductual para enfrentar la depresión. Psicopedia

La activación conductual es un tratamiento específico para la depresión que sustenta su intervención en que son las experiencias vitales y no los factores internos (como las cogniciones) la explicación más eficaz para la depresión, y por tanto la variable más eficaz sobre la que intervenir.

En otras palabras, la activación conductual busca ayudar a las personas a entender las fuentes ambientales de su depresión, y trata de orientar y corregir los comportamientos que podrían mantenerla o empeorarla.

Generalmente la terapia cognitivo-conductual ha incorporado la activación conductual en sus protocolos para la depresión, pero se ha centrado principalmente en las distorsiones y creencias características de los individuos deprimidos.

Por otra parte, y según algunos estudios de seriedad contrastada (Jacobson, et al, 1996), la eficacia de la Terapia Cognitivo Conductual en sujetos deprimidos no es superior a la aplicación de una Terapia de Activación Conductual por sí sola.

Esto ha llevado a un buen número de terapeutas a descartar la intervención cognitiva con pacientes deprimidos, centrando el tratamiento en un protocolo de activación conductual.

¿Cómo funciona la activación conductual?

El modelo de Activación conductual propone que los acontecimientos vitales (traumas o pérdidas específicas, predisposición biológica a la depresión o los problemas cotidianos de la vida) hace que las personas experimenten niveles bajos de refuerzo positivo.

Por otra parte, muchos de los comportamientos que se utilizan para hacer frente a los sentimientos negativos hacen que la persona se sienta mejor en el corto plazo, pero son perjudiciales en el largo plazo, como consecuencia de un proceso de refuerzo negativo, o lo que es lo mismo, de evitación.

Es natural que una persona que se siente triste y ha dejado de encontrar placer en las actividades con las que antes disfrutaba, trate de hacer frente a la situación mediante el retraimiento social, dejando de participar en actividades placenteras y “desconectando” de su realidad.

El problema es que es sobradamente conocido que este tipo de estrategias de afrontamiento no ayudan a aliviar la depresión, muy al contrario, la empeoran.

El objetivo por tanto de la Activación Conductual es neutralizar estas conductas de escape o evitación. Para ello trabaja de “afuera hacia adentro”, mediante la programación de actividades y la asignación de tareas graduales, que permitan que el paciente comience lentamente a aumentar sus posibilidades de tener una actividad reforzada positivamente.

¿En que difiere la activación conductual de otras terapias?

La principal diferencia entre el tratamiento de activación conductual para la depresión y otros tratamientos es que la atención se centra en los problemas que está experimentando el paciente en su vida y no en sus esquemas cognitivos o en su predisposición biológica.

Mientras que la depresión en sí misma no se considera un “estado normal”, es decir, no puede verse como un estado adaptativo, las reacciones depresivas a una vida que proporciona pocas recompensas se consideran comprensibles, y no un fallo o una debilidad de la persona deprimida.

Por otra parte, como ya comenté, el comportamiento de evitación o escape no ha sido el objeto principal de la mayoría de los tratamientos para la depresión, sin embargo sí lo es para la Activación Conductual.

En esta línea, el modelo de intervención se dirige en primer lugar al retraimiento y la desconexión que se producen con la depresión, lo que ayuda al sujeto a comenzar atomar medidas para volver a participar y a ser el protagonista de su propia vida, a pesar de los sentimientos y pensamientos negativos o la habitual falta de motivación.