El Adolescente Rebelde

La rebeldía en sentido general, es un tipo de comportamiento humano por el que se incumple una orden o una responsabilidad y está muy asociado a la etapa del desarrollo humano llamada adolescencia.  Esta rebeldía se evidencia en esta etapa porque es precisamente en el periodo comprendido entre los 10 a 19 años un poco más, un poco menos, que se da la transición de la infancia a la adultez y este crecimiento, que se da tanto en lo físico, en lo psicológico y en lo social, va abriendo camino hacia la autonomía, hacia la independencia  lo cual es difícil de ser aceptado por los padres que hasta ese momento habían podido controlar todo lo relacionado a  la educación en sus hijos.  Es precisamente bajo esta presión y resistencia a aceptar estos cambios que empiezan los actos de rebeldía.

Podemos decir entonces que la rebeldía inicia en el preciso momento en que la ira rebasa el temor a las amenazas, castigos, reclamos y golpes que ellos consideran injustos. Ya estos métodos no son temidos.  Ya hay un cambio.  Ya en la adolescencia se advierte un exagerado deseo por liberarse del agobiante control que quieren continuar ejerciendo los padres y la manera de manifestarlo es rebasando los límites que le son impuestos, no respetando, siendo exigentes, caprichosos e impositivos y creyendo también que tienen el derecho a molestarse cuando no pueden hacer lo que quieren.  Ante estos cambios el ambiente familiar se altera pero no por esto termina la función de los padres de educar, más bien es buena oportunidad para entrar en el periodo de evaluación y de ajustes que lleve a buenos resultados tanto para el adolescente como para los padres.

Toda rebeldía indica una conducta de desquite que busca lastimar a los demás aunque se les revierta, pero uno como padre se pregunta por qué querría mi hijo (a) lastimarme? Porque quizá por el mal manejo de nuestras emociones y carácter, por nuestros conflictos internos no resueltos hayamos contribuido a esta rebeldía. Debido precisamente a esa mala educación emocional, los padres a veces no encuentran una mejor manera de orientar a sus hijos que no sea a través de malos tratos, castigos injustos y denigrantes que lo único que provocan en los adolescentes es realizar todo lo contrario a lo que se espera de ellos.  El paso por la adolescencia con este tipo de manejo por parte de los padres siempre dará como resultado conflictos, rechazo y rencor.  Lo recomendable es:

·         Dejar de utilizar métodos que desvaloricen y dañen la imagen de nuestros hijos y sustituirlos por métodos justos y adecuados con límites claros pero en un ambiente de comprensión.

·         Dejar que como persona el adolescente pueda expresar su opinión de lo que sería un buen ambiente para el (ella) y con esta información hacer los ajustes que sean necesarios sin dejar de establecer normas que se deben cumplir.  Escucharlos nos da la oportunidad de comprender y comprendiendo se baja la tensión.

·         Definir las conductas  y actitudes que se esperan de ellos y las sanciones que serían aplicadas en caso de fallarlas.  A veces los padres creemos que los hijos tienen claro lo que se espera de ellos y en la mayoría de los casos esto no es así.

·         Y no olvidemos el amor.  Cuando los hijos tienen la seguridad del amor y la aceptación de sus padres el tránsito por la adolescencia no resulta cargado.

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