No buscar culpables
Lo que nos diferencia a las mujeres primordialmente de los hombres es que nosotras asumimos el papel de protectoras hacia ellos ya sea aprendiendo a hacernos las débiles renunciando a nuestra propia fuerza para ayudarlos a ellos a sentirse fuertes o eludiendo los conflictos al definir nuestros propios deseos y preferencias como los mismos que los de ellos. Obviamente cuando leemos esto pensamos que ni una mujer loca haría esto, pero reflexionemos un momento y pensemos en nuestra propia vida y veremos que hacemos este tipo de opción sin darnos cuenta conscientemente de lo que estamos haciendo, ni del por qué lo hacemos.
Las mujeres de igual forma queremos que los hombres entiendan y sientan nuestro sentimientos y razones, sin entender que el estilo de los hombres es distanciarse cuando hay tensiones en la relación y por ello se les disculpa o se les recompensa y esto se debe en parte a que las reglas y los roles en nuestra propia familia y de la sociedad hacen que a las mujeres se nos haga especialmente difícil autodefinirnos sin tener en cuenta los deseos y las expectativas de los demás. Por eso es que nos comportamos como si enderezar a los demás o resolverles sus problemas fuera responsabilidad nuestra, y además, como si estuviera en nuestro poder hacerlo.
Por todo esto y más es de suma importancia que como mujeres entendamos dos cosas: primero, debido a nuestra cultura y sociedad, los hombres son aislados y desconectados de sus emociones mientras que las mujeres queremos “curar” esto y nos concentramos en exceso en los problemas ajenos y por ende nos confundimos con ellos. Y segundo, por la misma causa, los hombres han aprendido a sacrificar sus relaciones en favor a su persona, a ellos mismos, mientras que las mujeres hacemos todo lo contrario, nos sacrificamos nosotras mismas, lo que somos y queremos, en apoyo a la relación.